Transcripción de la jornada (pdf 1.22 Mb)
El médico general/de familia debería mantener su curiosidad, pero necesita el convencimiento de que ello es esencial para sí mismo, para sus pacientes y para su población. El convencimiento llega por el análisis de la práctica clínica. Siendo caritativos se puede afirmar que en general la actividad clínica es “manifiestamente mejorable”. No se trata de investigar para inventar algo nuevo (que también) sino investigar para introducir lo que ya sabemos que mejora la salud de los pacientes, para llevar el conocimiento establecido a la práctica clínica. Son dos tareas, pues, bien distintas. La primera y principal, trasladar ciencia a la cabecera del paciente, a la consulta del médico. Es la tarea más urgente, dada la aparente sencillez para lograrlo. La segunda tarea es crear conocimiento, generar ideas y razonamientos que faciliten y mejoren la práctica clínica. Ambas necesitan curiosidad, capacidad de sorpresa, interés por el medio ambiente en que trabajamos.
Son, pues, dos los enemigos de la investigación: 1/ la sensación de que eso nos es ajeno y 2/ la falta de curiosidad, la creencia de vivir y/o trabajar en medio de la rutina, en medio de lo predecible y falto de interés. Necesitamos médicos “vivos” que en Atención Primaria crean que se puede investigar y que es una exigencia ética el hacerlo. Por supuesto, no todo médico clínico debería investigar, pero sí se debería crear el caldo de cultivo que hiciera posible que investigara todo el que sintiera esa curiosidad que lleva a dar un paso más y nos lleva a pasar de la pura especulación al rigor de las preguntas y análisis de la investigación. Pare ello se necesita crear un “clima” sanitario, y contar con ayudas, no sólo financieras.